Amsterdam, una de mis ciudades favoritas
¿Alguna vez has estado en una ciudad donde llegas y te sientes como en casa, no te quieres ir y deseas que los días pasen bien lento para disfrutar interminablemente todo lo que tiene para ofrecer? Eso me pasó al llegar a Ámsterdam. Iba sin altas expectativas, y tal vez esa es la mejor forma de viajar porque te llevas sorpresas en los lugares menos esperados. Amé esta ciudad porque es como una Venecia a gran escala, llena de canales, puentecitos, vías peatonales y espacios públicos que son utilizados todo el día y la noche. A pesar de que, según me contaron, sus habitantes no superan el millón de personas, la tasa flotante de turistas es gigantesca, y con justa razón, ya que todos quieren ver esta bella capital holandesa. El frío y la lluvia fue permanente, pero la calidez y amabilidad de su gente, la más simpática que he conocido en Europa hasta ahora, me permitieron pasarlo excelente. Punto aparte son su bares y, por supuesto, sus coffee shops, no precisamente por su fino café jaja. Pero mucho cuidado con las bicicletas, hay más gente en ellas que a pie y si te descuidas te pasan por encima. Amsterdam es una joya a la cual pretendo volver por mucho más tiempo algún día. Una de mis dos ciudades favoritas.
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